Al ver los éxitos de nuestro deporte, y no solo me refiero a las medallas olímpicas o títulos del deporte de elite, sino al milagro de ver cada semana millones de deportistas que salen adelante sin recursos, y que es posible gracias a verdaderos entusiastas que organizan nuestro deporte sin ellos.
Pero sobretodo sale adelante gracias a las familias que lo sustentan con su esfuerzo. Todos sabemos de su importancia en nuestro deporte base, en nuestra sociedad y en la formación integral del individuo. Son la punta de lanza de las personas que tendremos en el futuro, son los que inculcaran valores y creencias.
La familia es el lugar ideal para ello, por encima de lo que marque el estado en cada momento político y de lo que marque la sociedad cada vez mas viciada, el deber como padres es que tengan un pensamiento propio y amplio, que formemos personas de bien, sea cual sea nuestro signo político o creencia religiosa, por otro lado para un entrenador la mayor satisfacción y cometido es moldear personas en los valores deportivos.
No hay nada mas bonito que ver la ilusión con la que acompañan a sus hijos miles de padres y madres, desean que llegue el fin de semana para ir a ver a su hijo o hija jugar, ver como disfruta de ello.
El cansancio semanal acumulado pasa a un segundo plano, los acompañan por pistas de su zona, de zonas mas lejanas o incluso de la otra punta del país, haga frío calor, haya que madrugar o haya que desplazarse a grandes distancias, asumen grandes gastos monetarios, cuotas, ropa, desplazamientos, da igual, lo único importante es ver jugar a su hijo o hija, y ver año tras año como evoluciona y como se convierte en un o una joven con valores y capacidad de sacrificio por cumplir con su compromiso.
Hay padres que echan horas interminables en trenes o en atascos a lo largo de la semana, los meses y los años, con su mochila y sus horas muertas en pabellones o dando vueltas por alrededor, como le digo a alguno «¿como va la excursión?», por apoyar a sus hijos en lo que les gusta y les apasiona, lo hacen sin pedir nada a cambio, solo que cumplan con su compromiso y sus obligaciones académicas. Son ejemplo de lo que mueve y hace posible nuestro deporte, los admiro.
Es bonito como se generan lazos en el equipo des padres y madres a lo largo del tiempo, comparten vivencias, cafés por la mañana tras el madrugón mientras llega el partido, almuerzos o barbacoas, pienso que si hay alguien imprescindible en nuestro deporte son ellos, somos nosotros, yo también me incluyo por supuesto, en casa es una fiesta cada vez que tenemos que ir a un partido, llevamos muchos años viendo como disfruta semana a semana y como va creciendo.
Tengo claro que los hay envidiosos, egoístas, mal intencionados y que se quieren saltar las reglas establecidas para que sus hijos jueguen mas, su ego, falta de seguridad, baja autoestima e infelicidad les hace no ser deportivos, machacar al entrenador de turno, árbitros e incluso a compañeros del equipo contrario o el propio que le pueden «quitar» minutos a su hijos. Este tipo de personas las obviare, no aportan nada a la sociedad, sabemos que están por ahí machacando su cabeza con su negatividad y sus «mierdas autodestructibles». Como toda personas tóxicas hay que evitar que hagan daño a nuestro deporte, y a nosotros, cada vez hay mas clubes que están tomando medidas contra estos personajes, sobremos decirles que al único que realmente limitan y hacen daño es a sus hijos y a ellos mismos.
Prefiero centrarme en los padres que son mayoría y que viven con deportividad, acompañado a sus hijos en esta carrera de fondo que es la educación integral, cierro este post dejando doce acciones que para mi dan mucha importancia a la palabra DEPORTIVIDAD..
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